Por eso causó sensación en mi casa cuando mi tío José, a vuelta de un viaje a los EEUU me trajo un osito y le puse... Juan.
Juan, además, fue el primer (y por muchos años el único) peluche que tuve que podía lavarse, proceso al que mis otros muñecos rellenos tercermundistas y setentosos no podían someterse so pena de muerte lenta y dolorosa. Esta característica le permitió adquirir veteranía entre el resto de los muñecos, con lo cual para cuando empecé de nuevo a tener peluches, en la adolescencia, ya no era "un" osito sino "Mi" Osito.
Muchos, muuuuchos años después, cuando ya ganaba mi propio dinero, un día le pregunté a mi tío si se acordaba de cuándo había sido ese viaje. Por suerte conservaba el pasaporte viejo y supe que Juan había llegado a mi vida el 18 de febrero de 1980.
Después de unos años separados, en el último viaje me lo traje de vuelta. Vino en el equipaje de mano, evidentemente. Y la primera noche dormimos juntos. Obvio.
Mis barbaridades irían desde 1.64...suficiente altura? (Marianela)
ResponderBorrarAhora en serio: Súper tierno, amiga!Marianela
ResponderBorrarLinda anécdota. Me alegra que te acompañe.
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ResponderBorrary...será el primer peluche de tu hijo...cuando llegue, of course.
ResponderBorrarSusy
1. Andá a cagar
ResponderBorrar2. Ni en pedo se lo doy para que me lo arruine
3. Andá a cagar