Hoy, dos objetos de papel. El primero es un conjunto de varios de los viejos y queridos boletos capicúas. Antes de las maquinitas de los bondis con números de boleto de 7 cifras impresos en papel fax, que a lo sumo en dos años se borra, los boletos venían en rollitos de 10.000, con diseños variados y variopintos. Encontrar un capicúa era toda una alegría, y había gente que los coleccionaba con esmero de filatelista. Mi mamá tenía unos cuantos, (entre ellos un 77777!) que le habían tocado en sus años mozos y que no sé a dónde fueron a parar. Éstos son los que saqué yo misma en mis incontables viajes por el conurbano.
Por suerte, los boletos "de verdad" sobreviven en líneas de transporte del interior de la provincia - como El Pulmita que va a Carlos Keen. Son las mismas líneas que aún cuentan con los imbatibles 1114 y el mejor accesorio que este Mercedes puede tener: el tubito de las monedas. Viajar en bondi ya no es lo que era.
A continuación algo mucho más romántico -o no, no sé-: un abanico de papel japonés. Era de mi iaia, no sé de dónde habría salido (probablemente la dueña de la tintorería Noi, que era clienta de ella). La cuestión que a mí me fascinaba y, prueba de ello, es que sobrevivió a otros abanicos mucho más "sólidos". Y es que éste no se usaba para apantallarse como los otros, éste sólo servía para que yo lo sacara con cuidado de su cajita, lo desplegara, lo contemplara, me diera dos apantalladitas como para comprobar que era un abanico, lo volviera a plegar tan amorosamente como al abrirlo y lo guardara hasta la próxima expedición al placard de la abuela.
Mi abuela se murió, el placard pasó a mi pieza y se llenó con otras cosas, el abanico durmió tras otras puertas hasta que un día hice la expedición definitiva y me lo llevé de botín a la Caja de los Tesoros. Desde entonces, de vez en cuando lo saco con cuidado, lo despliego, lo contemplo, me doy dos apantalladitas (como para que no pierda su dignidad de abanico), lo vuelvo a plegar amorosamente y lo guardo, hasta la próxima, hasta siempre.
~ Recuerde: Haciendo clic sobre las fotos, se agrandan! ~
Con tu descripción, lograste dar al abanico una entidad muy estética y cariñosa.
ResponderBorrarQué es 1114? Un modelo de colectivo?
Juan tiene un cuaderno lleno de capicúas, clasificados por número, lo viste? Que ya no se puede seguir, al haber acabado el boleto tradicional.
DE VERDAD DE VERDAD, COMO HAS PODIDO CONSERVAR TANTAS OBJETOS TRAS VARIAS MUDANZAS? YO SOLO ME HE CAMBIADO DE CASA UNA VEZ EN MI VIDA Y CREO QUE LO TIRE TODO...
ResponderBorrarQue lindos los boletos!!! Me acuerdo cuando mi papa me llevaba al jardin cada mañana y me sacaba el boleto que tenia la figurita de un nenito o de una nenita!! Me lo daba y era un super regalo! Era el clasico escolar!
ResponderBorrarHermosa la descripción del abanico! Muy lindo post!
ResponderBorrarMe encanta el abanico!!! Y con tu cuidado para tocar las cosas va a durar muchos años más. Sólo como ayuda memoria,la tintorería no se llamaba "Doi" .
ResponderBorrarSusy
Puede ser, Su, suede ser.
ResponderBorrarAna: Alto Flash el boleto escolar! Yo iba en micro así que nada... pero cómo me gustaban!
Chica de Ayer: en mi caso es genético.
Ma Belle Mére: No puede ser que desconozca Ud. el oncecatorce. Su marido necesita viajar en colectivo por el tercer cordón del conurbano, para seguir juntando boletos.
Una vecina me pasó unos libros del año del ñaupa, y adentro encontré unos boletos viejos de Madrid... un viaje a Goya en 1963,otro desde Sol, de 1947... Son lindos. Los libros eran una garcha y fueron pasando a otras manos, pero los boletos quedaron en mi propia cajita de los recuerdos.
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