El siguiente era un tesoro por partida doble: por la diversión que suponía armarlo, pero más porque la figura armada... ¡era una piedra preciosa! A pesar de su color amarillo, yo me empeñaba en llamarlo "diamante". Estaba en el cajón de la bijouterie de mi mamá y sólo podía armarlo con su supervisión, ¡no le fuera a perder alguna piecita! Años después apareció, en algún otro rincón, un "diamante" igual pero verde. Mi corazón estaba partido: el nuevo hallazgo era una esmeralda, mi gema preferida, la de mi signo, pero el viejo era "el original"... Hoy comparten sitio los dos en la caja de los tesoros, pero si tuviera que desprenderme de uno, se convertiría en la esmeralda perdida...
Este otro lo tenía mi iaia. Tiene triple función, pues además de armarse y desarmarse, lleva una cadenita con lo que se puede usar de llavero y, si lo armamos sin cadenita, puede cumplir su función de dado (aunque no creo que lo acepten en un casino de verdad, jejeje). Es bastante más complicadito de armar que el diamante.
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ResponderBorrarPreciosos, tanto el diamante y la esmeralda como el dado. No conozco nada parecido.
ResponderBorrarMuchas gracias por resolverme la duda del captcha inacertable.
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