22.7.09
Poniéndose al día II: Bamberg
Hace dos semanas (27/6) seguimos exprimiendo nuestra tarjeta mágica de los castillos de Baviera y fuimos con Dani a Bamberg. Bamberg es una agradable ciudad al norte de Baviera, cuyo centro histórico es Patrimonio de la Unesco. En dicho centro destaca el antiguo ayuntamiento, erigido en una isla en medio del río, con paso de carruajes atravesando el edificio, conectado a ambos lados del río con sendos puentes, y con un anexo en balconada que parece que se va a caer. Es también célebre por su cerveza ahumada, de la que Nacho se compró unas botellitas.
Mientras buscábamos donde estacionar acertamos a entrar en la iglesia de la abadía de St. Michael. Aunque el barroco no me gusta, tengo que reconocer que en esta iglesia en particular se luce y mucho. Es una especie de barroco minimalista, si se me permite el oxymoron. Los frescos del techo son súper delicados.
Pero al principio hablé de castillos, y es que en Bamberg hay uno. El edificio es en ele porque está inacabado, lo cual, según nos explicó la guía, resultó una suerte: si se hubiera construido la otra ala, la antigua residencia del príncipe arzobispo -hoy museo de la ciudad- hubiera desaparecido. El palacio residencial de Bamberg es en su mayor parte barroco. Como dije, se trataba de un arzobispado, por lo que la autoridad la ejercia el arzobispo. A su muerte, la arquidiócesis designaba a su sucesor, ya que evidentemente el obispo, en tanto cura, no tenía hijos. Al menos oficialmente, claro. Luego de la secularización de la ciudad y su anexión a Bavaria en 1802, el palacio se convirtió en una de las residencias de la familia real de Baviera. Más notoriamente, sirvió como residencia permanente en el exilio del rey Otto de Grecia (príncipe de Baviera) luego de su abdicación. Los cuartos ocupados por Otto y su esposa Amelia presentan un estilo clasicista: el rey vivió sus últimos años extrañando horrores una Grecia en la que había pasado prácticamente toda su vida y que sentía mucho más suya que su Baviera natal.
Luego del castillo comimos en un restaurant bien bávaro: Nach codillo con salsita y Semmelkloß (una especie de bola de pasta grandota, como un ñoqui con anabólicos) y Dani y yo nos deleitamos con Jägerschnitzel con Spätzle y rossinyols . Luego tocó paseo por la ciudad y vuelta a casa con paso por el Decathlon de Würzburg, único lugar donde Nach consigue zapatillas de su número a precios populares.
~ Recuerde: Haciendo clic sobre las fotos, se agrandan! ~
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Parece que le sacaron realmente el jugo a la tarjeta visite castillos.
ResponderBorrarMe hizo mucho gracia lo del barroco minimalista. Agrandando la foto se ve que realmente las pinturas del techo son muy dleicadas, y que es todo lo que hay decorado. Yo también detesto el barroco, y por esos pagos es lo que más abunda.
Qué lámparas las del castillo del arzobispo!
Como es habitual, los menúes consumidos son un punto fuerte del paseo. Con qué gusto me comería lo que describís!