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5.11.08

La Princesa en su hábitat natural II

~ Recuerde: Haciendo clic sobre las fotos, se agrandan! ~ El finde siguiente a Würzburg, o sea 25 y 26 de octubre, fuimos a Munich. Munich es la capital de Baviera y, como era de esperar, nos proveyó de varias ocasiones para seguir amortizando nuestra tarjeta mágica. Arrancamos el sábado en el Nymphenburg Schloss. Era el palacio de verano del príncipe elector Fernando María, quien lo mandó construircomo regalo para su señora, Adelaida Enriqueta de Savoya (no me van a negar que es un nombre maraviyyyoso) en ocasión del nacimiento de su primer hijo varón, y por lo tanto heredero. Está en las afueras de Munich, a 10 minutos de tranvía. El palacio es de estilo rococó, con algunas salas que más tarde se acondicionaron en estilo imperio. Se entra por un salón precioso, con vistas al jardín anterior y posterior, doble altura, muy diáfano (mi cara de feliz cumpleaños de la foto se repite en todas cuanto salgo). Siguen varias antecámaras y habitaciones, aunque ninguna como el primer salón. En una de esas habitaciones nació el rey Luis II de Baviera, quien luego construiría Neuschwanstein (a donde iremos ni bien podamos). Otra, muy original, es la Galería de las bellezas. Mandada a hacer por el rey Luis I de Baviera. Al muchacho le gustaban las chichises, y mandaba retratar a las mujeres más bellas que conocía. En esa época, se relacionaba la belleza con la virtud, por lo que se suponía que las lindas eran buenas. No todas las retratadas eran damas nobles: algunas eran simples plebeyas, que el rey se cruzaba en sus paseos por la ciudad. Viendo la colección completa (que originalmente no estaba en este palacio) es posible formarse una buena idea de cuál era el tipo que agradaba al rey. Saliendo del palacio y dentro de los impresionantes jardines, que se extienden por varias hectáreas, está Amalienburg. Este palacete hacía las veces de "cabaña de cazadores" y fue un regalo del príncipe elector Carlos VII (nieto de Fdo. Ma.) para su esposa. El palacete es sencillito, mas sólo en número de habitaciones: tiene un salón de espejos increíble, con decorados en estuco color plata sobre fondo celeste que le da un acabado finísimo. También tiene una cocina preciosa, alicatada con azulejos de diseño chinois, pero en delicado azul estilo Delft, y piso de terracota. Contra las paredes interiores se ubican los fogones, de material. Las otras paredes tienen grandes ventanas al parque. La zona ajardinada está restringida a la explanada frente y justo detrás del palacio Nymphenburg; en el resto de terreno la vegetación es agreste, aunque eso sí, con canalcitos y laguitos y puentecitos barrocos. Y patitos y gansitos y cisnitos, claro. Una mononitud. Luego del tour tocó vueltita por el centro, cena y bar con amigos y pernocte en casa de los mismos. Al día siguiente nos levantamos relativamente temprano para ir al Palacio Residencial de Munich, ubicado en el centro de la ciudad. El palacio en cuestión es enorme. Se comenzó a construir en el S. 14 y se fue ampliando en etapas hasta el 19, con lo cual la seguidilla inacabable de habitaciones (130, las que están abbiertas al público) presenta muchos estilos distintos, aunque predominan el barroco y renacentista. Me llamó la atención el dormitorio de estado, habitación ricamente engalanada en estilo rococó donde, en realidad, no dormía nadie. Su función era ser enseñado a los visitantes como muestra de la opulencia real. No fueron tan lejos en este sentido como en Francia, donde el rey se levantaba y se acostaba en presencia de la corte e invitados de honor. Otro "highlight", así, con comillas, es el primer patio, el patio de la gruta, un aborto una aberración composición de conchillas y caracoles que me retrotrajo al traumático recuerdo de la Grottensaal del Neue Palais de Berlín. Del hall de entrada, por una gruesa puerta blindada se accede al Tesoro. Allí se exhibe una impresionante colección de joyas y objetos valiosos. Los objetos litúrgicos los pasamos de largo, los juegos de tocador son primorosos, aunque hemos visto otros. Lo que es fascinante es un Sant Jordi totalmente trabajado en piedras, un laburo de hormiga tremendo, todo chiquititito, un nivel de detalle apabullante. Lo que más me gustó, sin embargo, fueron las coronas, obviously. Había un montón, de distintas épocas y estilos. A modo de muestra, una medieval, una gótica y una (presumo) de la época napoleónica. Adosado al palacio se encuentra el teatro Cuvilliés, llamado así por el arquitecto que lo diseñó y que también fue responsable del Amalienburg y de varias habitaciones del palacio. El teatro fue destruido en la 2da guerra (aunque gran parte del equipamiento fue puesto a salvo antes) y durante muchos años quedó en ruinas, pero recientemente lo restauraron y este año se volvió a abrir al público como teatro con la presentación de Idomeneo, que se estrenó en este mismo teatro en 1781. De ahí nos fuimos caminando hasta la Pinakotek der Moderne, que visitamos previo almuerzo en un restaurantito simpático justo enfrente. Tiene una colección muy completita de arte moderno con nuestros amigos habituales (Picasso, Miró, Gris, Klee, et al); varios ladris infaltables en estos museos, y una sección de diseño industrial bastante decente. A una cuadra está la Alte Pinakotek, con cuadros de los siglos XIV a XVIII. Lamentablemente, varias salas de pintores flamencos estaban cerradas por reformas, pero igual estuvo interesante. Salteamos (igual ya no nos daba el cuero) la Neue Pinakotek, dedicada al S. XIX, que mucho no nos entusiasma. Tras la merienda en un coqueto café art nouveau frente al Museo, emprendimos la vuelta al pueblo.

2 comentarios:

  1. La verdad que en esa zona de Alemania no les faltan palacios para pasear a Mme. la Princesse. Y que alternados con museos de Bellas Artes son un programón. Coincido en detestar las salas de tesoro si son litúrgicos. Después de haber visitado la de la Catedral de Sevilla, decidí que era la primera y ultimísima vez. Lo que sí adoro ver son las cocinas antiguas, gigantes, siempre con azulejos divinos. Qué mambo que tenían con los espejos en esos tiempos! Y qué tipo de mujer gustaba a don Luis I? Celebro el toque de bichitos lacustres que te permite despuntar el vicio

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