Día 1
Nos levantamos a la hermosísima hora de las 5:45, Simon ya nos esperaba en la galería con café y Southafrican rusks, una galleta dura tipo carquinyoli o cantuccini, hecha con buttermilk, ideal para mojar en el café con leche. Salimos del campamento a las 6 en punto, ni bien habían abierto las puertas, bien emponchados porque la temperatura a esa hora era de menos de 10 grados (incluso hay mantitas en la camioneta para taparse un poco más del viento). El madrugón rindió sus frutos: en el árbol de la víspera estaba el leopardo -una hembra- desayunándose el impala. Una hora nos quedamos ahí contemplando el espectáculo, que fue viéndose mejor a medida que salía el sol, con ayuda de zooms y binoculares -el árbol debe estar a unos 100 metros del camino-. A medida que iban saliendo otros autos del campamento se iban arrimando, pero pocos se quedaban más de unos pocos minutos, y nosotros, por haber llegado primero, teníamos el mejor punto de vista. Finalmente, después de haber tirado del árbol los restos de las patas del antílope y reacomodado el resto del fiambre para zamparse la carne que quedaba, el leopardo dio por terminada la comida y se echó a hacer la digestión en otra horqueta, atrás de un tronco por lo que ya no se la vio más. Seguimos camino entonces, parando aquí y allá para ver y fotografiar los animales que íbamos encontrando.
Tipo 11 y media hicimos escala en el área de picnic del campamento de Lower Sabie para hacer el brunch. En Europa pronto habríamos estado rodeados de palomas y gorriones a la espera de alguna sobra. Acá en cambio nos invadieron los starlings, unos pájaros espectaculares, con plumas de un azul metalizado que sería la envidia del cualquier pavo real y ojos amarillo huevo o naranja -según la especie. A falta de gorriones había weavers, un pajarillo amarillo y gris que hace unos nidos preciosos, como canastitas colgando de los árboles. Había también algún que otro yellow-billed hornbill (Zazu de El Rey León) y un crested barbet, que parece que las plumas se las hubiera pintado un nene de 5 años. Al final del brunch tenía a los starlings casi comiendo de mi mano, literalmente. Después, mismo programa que a la mañana hasta la hora de volver al campamento.
Lo cierto es que podemos estar agradecidos porque tuvimos mucha mucha suerte con los avistamientos. En menos de 24 horas de haber llegado ya habíamos logrado ver a los "Big Five", apodo heredado de los tiempos en que los safaris eran con rifles por los animales más difíciles de cazar: leopardo, elefante (además de los del 1º día, vimos otros dos grupos muy de cerca), búfalo (también vimos un par de cerca a la mañana), rinoceronte (entre los arbustos y de culo), y león (una pareja en celo despuésdeco, o despuésdefo para los que me leen desde España). El punto álgido de la tarde fue el festín carroñero en donde, según nos dijeron, un chita había cazado un impala. Cuando llegamos, el chita había desaparecido hacía rato, pero en su lugar pudimos ver tremendo amuchamiento de buitres dando cuenta de las sobras; los había de tres especies diferentes. Tres chacales se acercaban despacito para reclamar su porción. Y entonces apareció una hiena solitaria, echó a los buitres, agarró el colgajo de impala y se fue cruzando la carretera con el fiambre arrastrando, los chacales siguiéndola como perritos falderos onda "dale, copate y tirame una costillita", ella con cara de "loco, no me sigan, no les voy a dar náaaa". Además de los mencionados, y sacando los repetidos, vimos cebras, nyalas, duikers, ardillas; más aves, incluyendo el raro southern ground hornbill, que parece el hijo bastardo de un pavo y un tucán, y un búho sosteniendo un algo que había cazado y que no pudimos identificar.
A la noche después de cenar hicimos una recorrida nocturna. Éstas se hacen exclusivamente con los rangers del parque, por lo que íbamos en un vehículo más grande, con más gente. Lamentablemente, la suerte no acompañó mucho y vimos poca cosa: un par de hienas (la segunda se asustó de la luz y me dio mucha penita), un búfalo, un par de liebres y, como novedad, un par de ginetas. Total, que volvimos recagados de frío y con el madrugón que habíamos pegado, caímos más que rendidos en la cama.
Días 3 y 4
Qué profusión de bicherío, no se les escatimaron. Me reí con la descripción del pajarraco mezcla de tucán y pavo (feo él). Impactante el espectáculo del leopardo comiendo. Muy lindas las fotos
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