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14.12.13

Córdoba, España.

Con el cuento de que para llegar a Castaño del Robledo sólo hay dos buses diarios desde Sevilla hasta el pueblito de al lado (5km), a lo largo de los años hemos ido conociendo esta ciudad, y Andalucía, de a cachitos.

Esta vuelta lo planeamos bien, alquilamos un coche y aprovechamos para tachar dos lugares de la lista de pendientes. Primeramente estuvimos en Córdoba.
Llegamos un domingo, así que en lugar de ir directo a la mezquita preferimos darle prioridad a los lugares que no iban a estar abiertos al día siguiente. Después de almorzar en un restaurant de menú nos fuimos a las ruinas de Medina Azahara, a 7 km del centro. Allí estableció su corte en el S. X el califa Abderramán III. Aunque la leyenda dice que edificó la ciudad en honor a su amada, la verdad es que el hombre estaba overcompensating, a su muerte las cosas empezaron a irse fue al garete y en menos de 100 años la fastuosa urbanización quedó abandonada y en ruinas. Está todo bastante roto, pero algo del antiguo boato aún queda. No llegamos a ver el museo, se nos hizo tarde.


Al día siguiente arrancamos tempranito porque la mezquita es gratis la primera hora, abre a las 8:30. Qué decir, es im-pre-sio-nan-te. No tiene el lujo de la mezquita azul de Estambul, y está parcialmente "mancillada" por la imagería católica luego de que la transformaran en catedral (por suerte el despliegue de santos y altares es discreto) pero me pareció bellísima. 





La parte central es donde está la capilla mayor, si bien el estilo es renacentista las molduras empleadas no desentonan demasiado con el resto del edificio, los dorados se limitan al retablo, en el fondo, no es que vas caminando y te dan una cachetada barroca de repente.

Después dimos la vuelta completa al casco antiguo.  Visitamos la casa de Sefarad -medio pobretona, salvo algunos objetos de los judíos de antes de la expulsión en la planta baja y la cronología de los judíos en las Españas. El resto me aportó poco. Casi al lado está la casa Andalusí, tampoco ofrecía mucho en el sentido de cómo vivían los musulmanes en la época del califato, pero tenía un patio y unas fuentes divinos.


Acá estoy en la calle más angosta de Córdoba! Hacía frío...


El martes antes de seguir viaje fuimos al alcázar de los reyes cristianos. Menos mal que entramos gratis, porque salvo los jardines (que a fines de noviembre tampoco era un vergel, vamos) y los mosaicos romanos expuestos en una de las salas me decepcionó bastante; no hay un puto cartel explicativo en ningún lado, y el palacio en sí no se compara ni de lejos al alcázar de Sevilla o, Alá nos guarde, la Alhambra.


En el próximo post: bichinhos!

2 comentarios:

  1. Me encantó la foto en la calle más estrecha. Sí que lo es!
    Veo que salvo la mezquita, que evidentemente es la joyita, te decepcionó un poco. Tengo un lindo recuerdo de Córdoba, pero ahora que lo pienso, había visto menos mundo cuando fuimos, también puede influir.

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  2. Decepción? no, para nada... la ciudad me gustó mucho, en todo caso es un problema de museología, el que hay. O de haber visto cosas similares pero mucho mejores antes.Comentemos que en la mezquita casi no hay carteles, tampoco.

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