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16.8.11

Ídola: Bertha.

Hace muchísimo que vengo pensando este post, mejor dicho, que tengo pensado escribirlo, y por vagancia pura y dura nunca lo escribo. Pero hoy pensé en otra ídola, descubierta hace poquito (ya le tocará su post), y me decidí.

La ídola del día es Bertha Ringer, señora de Karl Benz. Bertha, además, había sido inversionista en la empresa de Benz cuando todavía estaban de novios. El año era 1888 y Herr Benz andaba de capa caída pues su coche a motor modelo tres (igualito al de la foto) no se estaba vendiendo bien. Así que Bertha, que aún confiaba plenamente en las posibilidades del vehículo, ideó un plan para demostrar las virtudes del mismo.
En cuanto los chicos empezaron las vacaciones de verano, agarró a los dos mayores, Eugen de 15 y Richard de 13, se levantaron bien de madrugada y luego de empujar el coche fuera del taller un buen trecho (para no hacer ruido) emprendieron el viaje de Mannheim, donde vivían ellos, a Pforzheim, a visitar a la mamá de Bertha. Al bueno de Karl le dejaron una notita que decía simplemente "Fuimos a Pforzheim a visitar a la abuela". Del coche, ni mención. No sabemos cuál habrá sido la reacción de Herr Benz cuando vio que no habían tomado el tren precisamente.
Al salir de la ciudad Bertha y los chicos se dieron cuenta de que no sabían el camino directo a Pforzheim. Decidieron entonces ir hasta Weinheim y de ahí ir bajando pueblo por pueblo, en una ruta más larga pero segura. Como Bertha era mujer, podemos estar seguros de que fue preguntando cómo llegar.
Las rutas en aquel entonces no eran la autobahn, y el coche era prácticamente un modelo experimental, por lo que el viaje fue un verdadero road trip: pronto el coche empezó a quedarse sin ligroína (éter de petróleo). Por suerte llegaron a tiempo a Wiesloch donde pudieron repostar en la farmacia, que todavía existe y exhibe orgullosa una placa conmemorando su papel de "primera estación de servicio". Los viajeron repostaron otras dos veces antes de llegar a su destino. También pararon en varios bares para rellenar el radiador (que era abierto), y a que un herrero les arreglara una cadena. El coche tenía sólo dos cambios, y varias veces tuvieron que bajarse a empujar el coche en las subidas, a veces incluso con ayuda de los perplejos lugareños. Cuesta abajo, en cambio, los frenos se desgastaban de manera alevosa, con lo que a Bertha se le ocurrió cubrirlos con cuero, que hizo cambiar en varias zapaterías a lo largo de la ruta, inventando así las pastillas de freno. Bertha McGyver también usó un clip de cabello para destapar un conducto y emparchó un cable de transmisión con una de sus ligas. Por suerte los neumáticos no eran inflables.
Cuando llegaron a Bruchsal, decidieron que era hora de reportarse a casa, y le mandaron un telegrama a Karl: "Me llevé el coche y llegamos bien a Bruchsal". A la nochecita llegaron por fin a Pforzheim, desde donde mandaron otro telegrama avisando que habían llegado sanos y salvos. Un par de días después regresaron a Mannheim, esta vez por una ruta más directa (en rojo en el mapa), y sin ninguno de los contratiempos del viaje de ida. En total fueron unos 180 km entre ida y vuelta.
Con el viaje, Bertha Benz le demostró a su marido y al público que el coche era un vehículo apto para las travesías largas y podía hacerse un nicho en el mercado. Además, tras la experiencia del viaje se le añadió un cambio al auto y se le reforzó el sistema de freno.
En su memoria, desde 1988 se realiza cada dos años una carrera de autos históricos por la ruta que ella tomó la cual desde 2008 está reconocida como Bertha Benz Memorial Route. Este año, conmemorando los 125 de la invención del automóvil, además, se va a realizar el Bertha Benz Challenge: una carrera por la ruta Berthiana, pero con autos de energías alternativas o consumo mínimo. "La situación actual de los coches que utilizan sistemas alternativos es similar" a la de Karl Benz, dicen los organizadores. "Los vehículos son presentados de manera estática en salas de esposiciones, en lugar de en forma dinámica, demostrando al mundo que son apropiados para el uso diario, como hizo la valiente Bertha Benz en 1888."

Y encima, era linda:

2 comentarios:

  1. Eso qué grande! Una ídola doña Bertha. No tenía la menor idea sobre el tema, me gustó mucho leerlo. Y espectacular la ilustración con fragmento de Simpsons.

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