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11.4.10

Melancolicoso: Y el negro que me apantalle.

Muchos años antes de que los Loco Mía los convirtieran en símbolo freak, los abanicos, los de toda la vida, formaban parte de mi vida diaria. En cierta manera. Porque en realidad eran de mi iaia, para quien no eran más que un instrumento de uso cotidiano destinado a apantallarse en época estival. En Buenos Aires es un accesorio en desuso, reservado a las viejas que bajaron del barco hace 50 años. Sólo cuando desembarqué en España me di cuenta de que allí es de uso corriente, sin importar la edad, y que los abanicos de plástico y encajes que se traen los turistas de recuerdo no son más que eso, souvenires para los guiris. Los abanicos de verdad, los que usa el pueblo, son los de láminas de madera, los que usaba mi iaia, los que incluso se pueden comprar en las tiendas chinas por poco dinero.

Me encantaba -todavía me encanta- el ruidito que hacen al abrirlos o cerrarlos de un saque, técnica adquirida y sólo aplicable a abanicos que ya estén baqueteados por el uso.

El abanico fetiche de mi iaia -que era bastante grande y tenía pintadas unas flores tipo margarita en azul- se le terminó haciendo mierda todavía en vida, así que pasó a usar este marrón, que a mí me parecía muy fiero. La última lámina se le hizo moco y está pegada con Poxipol.
 Este es otro abanico que solía usar mi iaia, también bastante destruido; le faltan láminas, de ahí la poca apertura y la gomita glamour cero sujetándolo para que no se descajete todo.
Este lo usaba poco, porque es chiquito, pero me lo prestó para cuando actué de Dama Antigua en 3r grado, para el 9 de julio.

Al final, un día le pedí que me regalara un abanico sólo para mí, y me dio este, que elegí yo misma. por supuesto lo usaba sólo cuando estaba en lo de mi iaia y nos apantallábamos en estéreo. 

Los abanicos son lindos, ocupan poco espacio, no gastan electricidad y quedan glamorosos. Pero el hombre es un animal de costumbres, y una ya nació en la era del ventilador y el aire acondicionado, y llegó tarde al apantallaje como hábito y no como medida desesperada en caso de sofoco. 


~ Recuerde: Haciendo clic sobre las fotos, se agrandan! ~

2 comentarios:

  1. La verdad es que este post me gusta mucho. Primero porque deja entrever la linda relación que tenías con tu iaia, esos momentos compartidos de abanicos en stereo me parecieron súper tiernos.
    Por otro lado, dejame decirte que este verano hizo mucho calor en Buenos Aires y mis amigas y yo nos compramos abanicos para pasar el calor en el subte y colectivo. No sé si estamos imponiendo moda, pero los re usábamos y nos cagábamos en aquellos que pudieran mirarnos raro. Además, te diré, que dependiendo el abanico, son muy biyuyescos. Besos

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  2. Esto sí que me gusta, los abanicos. Y como dice Lau, cada vez se usan más en el calor de buenos Aires, que en un transporte público, por ej., pueden ser muy útiles.

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