Las de hoy son dos cajitas con un muy digno lugar en la caja de los tesoros. Vale aclarar que no todos los objetos presentados en esta sección están físicamente en la caja de los tesoros. Y es que dicha caja es más que un lugar físico, es un estado de gracia.
Esta miniatura solía ser una cajita de música. La tenía mi iaia. Por su tamaño, obvio, no se abría, pero a mí me gustaba sacarle la tapa y observar como se movía el mecanismo al sonar. Lamentablemente no recuerdo la melodía que tocaba, que no era conocida, y a mí me gustaba mucho. Encima de todo, la cajita era de nácar, mi perdición. El mecanismo se rompió dos o tres veces, y la última mi papá ya no la pudo arreglar. Así que se lo saqué y, girándole el piso interior 180 grados (para tapar el agujero de la cuerda), quedó una cajita tipo pastillero. Que nunca usé para guardar nada. Y es que ya tenía más de tesoro que de cajita...
En esta cajita tan barroca, forrada por dentro con un terciopelo que alguna vez deber haber sido blanco o marfil y ahora es color de gos com fuig, mi iaia tenía unas lentejuelas traslúcidas y tornasoladas, del año de maricastaña (desde que tengo uso de razón estaban ahí), que venían enhebradas en un hilo, con lo que en realidad se veían como una vivorita o guirnaldita... Lo recargado de la cajita, la señora en la tapa, el brillo de los objetos que contenía: pocas cosas en el maravilloso placard de mi abuela me parecían tan principescas. La verdad que hoy la miro y es bastante fiera, pero ¿qué es la convención estética frente a la fantasía de una niña? Las lentejuelas las volé, y ahora la cajita está en el alféizar de mi ventana. Adentro guardo mis aros. Es el extraño caso de un tesoro que encontró el camino de vuelta y volvió a cumplir con su función en esta vida.
Me encanta cómo le sabés dar vida propia a todas estas cositas con tu relato. Y cuán cierto cómo los niños son fáciles de deslumbrar, aunque sea con espejitos de colores. Tal vea esa ingenuidad se esté perdiendo cada vez más tempranamente.
ResponderBorrarY es un placer encontrar nuevo uso a algo que uno quiere.
Las cajitas son dos joyitas, dos tesoritos en tu recuerdo...
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