Finde romántico

Extraña como puede sonar la palabra "romántico" intitulando algo en este blog, eso precisamente hicimos el finde antepasado. Y es que cumplimos 10 años de novios (el matrimonio no invalida el noviazgo, sépanlo) y decidimos festejarlo con una escapada a la Selva Negra. El año pasado nos habíamos quedado con las ganas de conocer, por dentro, el hotel más antiguo de Alemania, así que aprovechamos el acontecimiento para sacarnos el gusto.
 Llegamos el viernes a la noche, más tarde de lo previsto ya que nos agarró un embotellamiento importante en la autopista. Igual nos recibieron con la amabilidad que una espera de un establecimiento de esa categoría. La habitación estaba muy bien, el baño tenía una ducha repetitera que lamentablemente no tenía la presión de agua esperable, pero muy bonita. Nos pusimos mononos y bajamos al restaurante a cenar. De primero Nacho pidió una típica Festtagssupe, yo me decanté por un gazpacho. De segundo pedimos los dos la dorada con verduritas salteadas al limón y tomillo y papas al natural. Estaba deliciosa y las porciones eran abundantes, con lo cual apenas nos quedaba lugar para un postre. Decidimos compartir un helado de vainilla con frutos rojos; sabia decisión la de pedir sólo uno, pues las dos bochas de helado nadaban en un plato sopero lleno de frambuesas, moras, arándanos y demases. Luego café, claro, para eso siempre hay lugar. Como el principal era de pescado, acompañamos con vino blanco, un Müller-Thurngau, que personalmente me gusta mucho. El servicio, excelente. Mientras esperábamos la comidita, Mi Amado Esposo me sorprendió con un hermoso regalito de aniversario ♥♥♥.
 Al día siguiente arrancamos con el delicioso desayuno buffet y la bacanal que ello supone. Había mucha variedad y todo riquísimo. Luego, aprovechando que el sábado a la mañana los negocios están abiertos, paseamos por el centro mirando vidrieras y haciendo algo de shopping. Como para resaltar la condición de romántica de la escapada, en la plazoleta junto a la iglesia de S. Martín tocaba una banda de Dixieland, nos sentamos allí con un par de würstchen y un brezel y disfrutamos de un almuerzo al son de clásicos como La Vie en Rose, Jambalaya, Skokiaan y otros que en este momento no me acuerdo. Después de la siesta nos fuimos a pasear con el autito. Pasamos por el Titisee y luego por Feldberg, la montaña más alta de Alemania (nada especial, leider) y, entusiasmados con el road-trip, nos fuimos hasta Basilea, a la sazón sólo 70 km de ruta que hicimos por caminitos pintorescos. Paseamos un ratito por el centro, comimos un heladito junto al Rin y volvimos, esta vez por autopista. La cena fue frugal, en Burger King, y luego tomamos un trago en un bar modernoso a la vuelta del hotel.
 El domingo, luego del opíparo desayuno y el check-out, seguimos recorriendo las hermosas rutas comarcales de la Selva Negra, que nos tenían a puro "Què maco, què maco!", y parando aquí y allá para hacer algunas fotos. Llegamos hacia el mediodía a Triberg para visitar la Wasser der Gutach, la cascada más alta de Alemania. La forman siete saltos que suman en total 163 metros de altura. Comimos en un restaurant al pie de la cascada, la antítesis de nuestra cena del viernes. Comida (Garrón a la pimienta para Nacho y Spätzle con Pfifferlingen para mí) que sin ser cara costaba más de lo que valía y un servicio desastroso. Seguimos el camino entre bosques, ríos y montañitas y nos tomamos el heladito de la tarde en la ciudad de Rottweil - donde sin embargo no vi otro perrito alegórico salvo en la estatua de bronce en su honor. Y de ahí ya volvimos derecho a casa. Hubo en el medio un embotellamiento que amenizó el viaje, pero bueno, eso ya es harina de otro costal. No es privativo de este viaje, ya que lo cruzamos siempre, pero además del hotel más viejo y la montaña y la cascada más altas , pasamos por el puente más alto de Alemania, el Kochertalbrücke, de 185 metros de altura. ~ Recuerde: Haciendo clic sobre las fotos, se agrandan! ~