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12.6.07

The Hills are alive...

~ Recuerde: Haciendo clic sobre las fotos, se agrandan! ~ El fin de semana q pasó fue puente, ya q el jueves fue feriado (¿Corpus?) y medio mundo, nosotros felizmente incluidos, se tomó también el viernes. Hasta último minuto Nacho no sabía si iba a poder hacer el puente o no, ya q está con una instalación q lo tuvo bastante absorbido en el trabajo, así q a último minuto, cuando supo q sí podía, tuvimos q correr como descosidos para encontrar algo, algún lugar a donde poder ir y q no nos esquilmaran diez mil millon euros por un pasaje - dado el finde largo. Por ello, una vez descartadas las islas griegas, Malta, Croacia e Italia, decidimos tomar el tren a Viena. Salimos el miércoles 6 en un tren nocturno, q salia de Stuttgart a medianoche y llegaba a la mañana a Viena: más rato para recorrer la ciudad y una noche de hotel menos. Fuimos nosotros dos y Elena, q se tuvo q tomar el tren de la mañana siguiente pq no consiguió lugar en el nocturno. En Austria también era feriado por lo q se nos dificultó encontrar una confiteria abierta antes de las 10 para desayunar. A cambio nos cruzamos un par de veces la procesión, muy pintoresca ya q habia curas y monjas con atuendos varios, miembros de vaya a saber uno qué logias y hasta la curia protestante, a juzgar por las sacerdotas q formaban parte del cortejo. La ciudad destila la grandiosidad de tiempos pasados, con esos palacios y palacetes del siglo 18 cuando Austria tenia la manija. Puro Glamour. Consecuencia de esta fastuosidad, las cuadras son en general largas. La mañana la dedicamos a pasear por el centro para darnos una idea de todo esto. Los museos son bastante caros así q contrario a nuestra costumbre visitamos sólo un par. El primero, el de Historia del Arte, un palacio barroco de la rec... de su madre, con muchas salas y estilos. Frente al mismo hay un palaco gemelo q alberga el museo de Historia Natural. Obviamos la patre egipcia y grecorromana y nos centramos en los cuadros -no nos daba el tiempo para todo-. Después comimos en Burger King, y dormimos una siestita hasta q llegó Elena. La pensión donde nos alojamos la primera noche estaba muy bien, no muy cerca del centro pero tras seis horas de búsqueda frenética me tuve q conformar con esa para la 1ra noche y otro hotel para la 2da. A la tarde dimos otra vuelta ya los tres junto con unos amigos de Elena q viven ahí. Vimos unos cuantos rincones bonitos, la iglesia de San Carlos -de afuera- y cenamos en una terracita en la ciudad vieja; yo comí ensalada pero Nacho honró la ciudad y se comió un Wienerschnitzel, mejor conocido como "Milanga" con ensalada de papas. Despues dimos una vuelta x el centro de noche, admirando las vidrieras q a Crailsheim le faltan, y tomamos un café en otra terraza. Al día siguiente y tras un desayuno discreto pero rico, nos mudamos al otro hotel. A falta de algo más barato tuvimos q recurrir a un tres estrellas q será muy bonito pero el bolsillo lo siente, y además, dado q íbamos a estar todo el día afuera tampoco es q lo fuéramos a aprovechar mucho. En efecto, a la mañana recorrimos varios puntos q no habíamos visto el día anterior, -la catedral, por ejemplo- y terminamos exhaustos y hambrientos. Por suerte dimos con un restaurante italiano -Pane, Vino e San Daniele- a la vuelta del hotel donde por 7 euros cada uno comimos el plato del día, el cual contrario a la costumbre imperante en estos lados de Europa trajeron rápido. Tratábase de cintitas con una salsita cremosa de morrón y camarones, muuy rico. Nacho sin embargo se comió un kebab ni bien salimos de ahí. Después nos fuimos caminando a través del Stadt Park, donde descansamos un ratito en el pasto, hasta los jardines del Palacio Belvedere, otro despliegue de fastuosidad. Lástima q estaban arreglando varias cosas y no se lucía tanto. Abundan los córvidos, y había cornejas por todos lados. Como ya estábamos reventados decidimos colarnos en el tranvía hasta nuestro próximo destino. Me explico: el primer día fuimos buenos ciudadanos y nos compramos el boleto de transporte para todo el día, en la estación de tren. Éste se pica sólo la primera vez, después ya no hace falta pasarlo por la maquinita validadora. El segundo día en la parada del tranvía no había ninguna máquina expendedora; y arriba del tranvía la máquina sólo vendía boletos sencillos. El chofer del tranvía no ve si la gente pica o no pica el boleto, está absorto y restringido en su cabina. Así q como no íbamos a perder medio día buscando una máquina expendedora viajamos sin pagar. Y sacar boleto sencillo no rinde. Así q nos fuimos a la Hundertwasser Haus y el museo Kunsthaus Wien. La primera se mira sólo de afuera pq dentro vive gente, la segunda es museo y fueron diseñadas por el mencionado Hundertwasser, artista q desconocía del todo y me copó bastante. El tipo era, se ve, un hippy de aquéllos, además de pintar se metió en arquitectura, buscando la armonía con la naturaleza: en sus edificios hay depuradores de agua mediante plantas, techos vegetales (como el de la confiteria esa de Pinamar con pasto en el techo), inquilinos arbóreos y pisos ondulantes, además de muchos coloritos. Diseñó además sellos postales para varios países e incluso banderas: una promoviendo la paz en Medio Oriente, con la estrella de David y la luna del Islam; otras dos como banderas alternativas, o complementarias, para Australia y Nueva Zelanda respectivamente, ésta con un rulo verde onda Maorí, aquélla con un simplificado perfil de Ayers Rock y una estrella; en mi humilde opinión, más lindas q las de verdad. Con la cena nos ensartamos pq fuimos a un lugar baratito con buena pinta y la comida era absolutamente intrascendente, por no decir mala. Nos consolamos con un helado en una gelateria a todo trapo q habia cerca del hotel. Ya q habiamos pagado una pequeña fortuna por la pernoctación, tratamos de amortizarlo lo mejor posible con el desayuno buffet. A continuación, y tras pagar el boleto ya q no era cuestión de presionar a la diosa Fortuna, tomamos el subte a la estación para ir a Salzburgo. La ciudad es también preciosa, y aunque los negocios biyuyescos abundan, no tiene ese aire requetepijo de Viena. El centro histórico, mayormente barroco, está súper bien conservado. Llama la atención la cantidad de iglesias de la ciudad vieja, no menos de media docena en un área más chica q el centro de Crailsheim. Las principales atracciones para el turismo, sin embargo, son Mozart y los escenarios de La Novicia Rebelde, película q sin embargo en Austria es poco conocida. Después de dejar los bolsos en el Albergue juvenil, milagrosamente cerca del centro, sin subir ninguna cuesta y con vista del castillo, nos fuimos por ahí. Comimos en una terracita frente a una de las tantas plazas, Elena y yo ensalada como buenas nenas, la novedad era q venia con unas rodajitas de strudel de salmón, muy rico. Nacho comió una carnecita de cerdo con croquetas de papa. Nos metimos en varias de las iglesias; la Franciscana es particularmente singular. construida a lo largo de 400 años aprox, tiene columnas carcomidas de un gótico temprano; vueltas ojivales; decoración barroca hasta donde termina el altar y de ahí para arriba es casi minimalista; el crucero está desproporcionadamente en el medio de la iglesia y la nave es chica comparada con el ábside. Da la impresión de q la hubieran empezado a construir a todo trapo y al tapar el crucero no les hubiera alcanzado el presupuesto, lo atamos con alambre y se la damos a los Franciscanos q son medio hippys. Pero el resultado final tiene el encanto de lo único. La catedral también me llamó la atención. A pesar de ser barroca es muy diáfana, y no sé si a propósito o no, han dejado los bajorrelieves de las molduras sin pintar, o sea q son más oscuros q lo blanco de alrededor, cosa q le da un aspecto como de encaje. Como no podíamos dejar de permitirnos un capricho, nos apuntamos para una cena+concierto de Mozart en el castillo. El paquete incluía la subida y bajada en el funicular, medio de transporte q adoro; el intervalo entre la subida y la cena sirvió para recorrer la fortaleza -al menos la parte de afuera- sin pagar entrada. La cena muy biyuyesca consistió de una entrada de aspic de carne, muy rico por cierto, venía con tres hojas locas de lechuga. De primero sopa crema de papa con croutons. El segundo a elección entre tres opciones; Nacho y Elena comieron pollo relleno de espinaca con cintitas y verduritas; yo un strudel de verdura -no identifiqué cuál- con salsa de honguitos y verduritas al vapor. El postre espléndido, helado de chocolate amargo con una bolita tipo profiterol pero not quite rellena de Nutella líquido...yum. La bebida era aparte y así te la cobraban, así q nos limitamos a una copa de vino y Leitungswasser, que es la versión germana del garraf d'eau francés. Después vino el concierto, en un salón divino todo de madera con un techo trabajado y puertitas góticas. Era un conjunto de cuerdas y para una de las piezas vino una pianista. Estuvo muy bien. Cuando bajamos dimos una vuelta por la ciudad de noche y Nacho se comió otro kebab. Como tuvimos la excelente noticia de que el viaje de vuelta lo podíamos hacer con el maravilloso Schönes Wochenende Ticket, q nos costaba mucho menos, pero lleva más tiempo, nos fuimos a la estación enseguida después de desayunar, eso sí, caminando para apreciar la ciudad. En la primera combinación en Munich compramos para comer en el tren: Nacho consiguió q lo atendieran en Burger antes de perder el tren, Elena y yo nos compramos un Lahmacun cada una en los turcos, que en Alemania, con sus omnipresentes puestos de kebab, están haciéndole perder plata nada menos q a Merdónals.

1 comentario:

  1. Hola, entro a ver si alguien más agregó comentarios, y veo que no se publicó el mío de ayer, Falló el sistema! Decía que habías tardado en escribir sobre esta nueva experiencia viajera, pero que valía la pena por lo detallado. Había escuchado algo sobre techos arborizados, pero no tenía idea de ciudad y mucho menos del arquitecto, no sé cuántos wasser. Súper espectacular el recital-funicular-castillo-cena, justo el tipo de programa que nos fascina. Todo divino. Y una mención para las opciones descartadas en esta ocasión como destino turístico, todas más que dignas y que no sabría cuál elegir primero. Ojalá puedan y podamos conocerlas algún día, por qué no alguna juntos en próximo periplo por esos lares.

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