Poniéndose al Día III - A Berlín Berlín

En concordancia con el espíritu vacacionil del mes, dado que el 22 de mayo era Corpus se impuso puente y finde largo. Arreglamos con Barbara que está viviendo en Berlín, y allí nos fuimos. Cabe aclarar que como no éramos los únicos que aprovechamos el feriado y la hospitalidad de Barbara, su cuarto en la residencia estudiantil estaba hasta las manos y nos consiguió alojamiento en el cuarto de una amiga de ella con quien viajó en marzo a Argentina, donde pernoctaron en lo mis suegros. Optimizamos tiempo saliendo de acá el miércoles a la tarde cuando Nacho salió del trabajo, así que llegamos a la capital el mismo día a la noche y el jueves por la mañana ya nos pusimos en mudo turismo intensivo. Comenzamos el recorrido en Alexanderplatz, donde está la torre de televisión. De ahí bajamos por Unter den Linden (bajo los tilos), bulevar a todo trapo, hasta la archifamosa Puerta de Brandenburgo, y en el medio visitamos la Berliner Dom (la catedral) y el Museo Alemán de Historia. Este último es enorrrme así que salimos de ahí super hambrientos. Comimos unos Currywurst, y nos fuimos al Parlamento a deleitarnos con la cúpula diseñada por Norman Foster. Largas colas para entrar, pero vale la pena. De ahí volvimos para atrás y pasamos por el monumento en memoria del holocausto. Es una plaza seca de piso ondulante llena de bloques de concreto que aunq a primera vista parece una cagada (¿es arte?) después está buena, porque se puede recorrer entre los bloques. En el subsuelo funciona el centro de información. Está muy bien hecho, sin golpes bajos, pero aún así es imposible no salir de ahí hecha mierda. Uno de los objetivos del centro es reconstruir las historias de los asesinados. es así que, en una de las salas, se proyectan en la pared los nombres de las víctimas, mientras una grabación hace una escueta reseña biográfica de cada uno. Aunque el registro dista mucho de estar completo, la grabación actual tiene una duración de casi siete años. Los jueves a la tardecita es día de museos gratis en Berlin, así que aprovechamos para visitar un par que no estaban incluidos en los descuentos de nuestra Welcome Card. Primero fuimos al Pergamon, gran expolio gran de civilizaciones antiguas. Los capiteles truncos, estatuas mancas y ánforas rajadas no es que nos tiren mucho, ya que mucho de esto hemos visto ya por los museos de Europa, (hago una salvedad para los mosaicos, que me encaaaantan) pero destaca el impresionante altar de la acrópolis de Pérgamo, que se trajeron de origen en pedacitos para armar (¿los orígenes de Lego?) . Como para presumir de reconstrucciones, tienen también la puerta del mercado de Mileto, lamentablemente tapiada en restauración, y la puerta de Ishtar con parte de calle incluida, una de las entradas a la mítica Babilonia. Esta fue la parte del museo que más me gustó, la de los imperios orientales. Por desgracia parte de esta ala estaba en reparación y no la pudimos ver, porque la verdad es que griegos y romanos no fueron los únicos grandes de la antigüedad, y vale la pena, y mucho, admirar los tesoros de los etruscos, chinos, fenicios, árabes, otomanos, etc De ahí nos fuimos al museo egipcio, cuya estrella es el busto de Nefertiti. Como es habitual, flipé con la bijou, digna de ser llevada en el aquí y ahora, y con los utensilios de vidrio, que con una lavadita podrían ir directo a la alacena. Terminamos el feet-killer-tour con la Altes Nationalgallerie. Alberga pinturas del siglo XIX, que no son nuestras favoritas, así que la recorrimos bastante rápido pese a su tamaño gigantesco. ~ Nota: las imágenes de interiores de museos no son mías, pertenecen a los sitios web a los cuales enlazan.~